Este sistema nos ha acostumbrado tanto a vivir para engrandecer la personalidad externa que nos hemos vuelto cada vez más egocéntricos e insensibles, olvidando casi por completo nuestra verdadera naturaleza, que somos seres de Amor.
Y esto no es una afirmación retórica, es una consecuencia lógica. El Creador, es un Ser de Amor, que ha creado todo con su propia substancia y en perfección. Por lo tanto, nosotros, que somos sus creaciones, somos seres hechos de Amor y somos perfectos.
Sin embargo, al densificarnos en esta dimensión que permite la existencia del bien y del mal, donde estamos limitados a las capacidades del cuerpo físico en el que habitamos transitoriamente, creemos que somos solo el cuerpo, que somos el rol que estamos desempeñando. Y en ese afán de mantener el cuerpo y engrandecer el rol, caemos en las redes del engaño de los placeres sensoriales, del poder, la competencia, la acumulación y el orgullo. Como resultado, quedamos atrapados en la condición humana, atados a las consecuencias de nuestros errores creativos, que nos atan a errores recurrentes en sucesivas vidas cargadas de dolor, separación y sufrimiento.
¿Cómo salir de ello? Los avatares en todas las culturas y eras, no san hablado del Amor, sin embargo, hemos dejado ese tema circunscrito solo a temas religiosos, o mientras asistimos a una ceremonia religiosa u oramos. Sin embargo, apenas salimos el templo, es como que ese chip que nos habla del amor se apaga, y entramos en el programa de la vida humana, desprovistos de ese sentimeinto, donde creemos que debemos estar muy atentos porque creemos que la vida es dura y hay que ganarse el pan con el sudor de la frente. En el programa de la vida humana que hemos creado, no hay cabida para el Amor, el verdadero amor, el amor incondicional.
Qué pasaría si se activase el chip del Amor incondicional en el programa actual de la vida humana, pues seria una gran catástrofe para el sistema económico. No consumiríamos carne de animales por amor a los animales, no contaminaríamos la tierra con las extracciones de minerales que no cuidan el medio ambiente, caminaríamos más y usaríamos más bicicletas, y los autos serán solo eléctricos o con agua, nos amaríamos más también a nosotros mismos y consumiríamos solo productos saludables, pagaríamos lo justo y por lo tanto habría menos diferencias en los ingresos económicos, no habrían robos, habría menos ansiedad y preocupaciones, por lo que mejoraría significativamente la salud y disminuiría el consumo de medicamentos y seguros.
Nuestra esencia es que somos seres de amor, pero si lo descubrimos, afectaría significativamente lo que sostiene nuestra sociedad, el individualismo, la competencia, el esforzarse por acumular, el consumismo y todo lo que nos ata a la dependencia externa. Sin embargo, si nos convertimos en seres de amor y empezamos a actuar desde el Amor, rápidamente cambiaríamos a enfocarnos en la solidaridad, la cooperación, la honestidad, la protección del medio ambiente, el respeto y valoración de las diferencias, el servicio y principalmente la búsqueda de la auto realización.
Sin embargo, no tenemos que esperar que el mundo cambie, para que nosotros podamos sentirnos seguros de dar un paso hacia el camino del amor. Cada uno de nosotros podemos iniciar esta revolución dentro de nosotros mismos y empezar a irradiar a nuestro entorno. Claro que esta tarea es muy difícil si solo vivimos con la atención siempre puesta dentro de lo que nos nuestra la programación en el campo de lo humano. Tenemos que poner la atención en un plano vertical, hacia arriba, por encima del laberinto de la vida humana, inspirar el Fluido Amor que nos eleva por encima de la frecuencia de este campo e irradiarlo a nuestro entorno, desde nuestro Centro Corazón.
Hay estudios que nos dicen que nuestro corazón tiene también neuronas y que es el receptor de los mensajes que llamamos intuición. El Centro Corazón es donde está anclada la chispa divina, es la conexión con lo superior, con lo invisible, pero que es más real que esto que llamamos realidad.
La clave es respirar, sentir, pensar, hablar desde el Corazón, para poder expresar desde allí el amor incondicional. En el corazón esta nuestra conexión con el Ser Real que somos, con el ser amoroso y perfecto que somos, y solo desde ese anclaje vamos a poder recuperar nuestra verdadera naturaleza e irradiarla.
El cambio es de adentro hacia afuera, volvernos seres de amor, expandiendo el amor divino que se potencia con la conexión superior y que irradiamos desde nuestro corazón a los corazones de todos los seres.
¿Te sumas a la Revolución del Amor?